Porque hay a quien le gusta el olor reciente de un café cortado. Porque hay quien grita "touché!" cuando se encuentra una mirada diferente. Porque cruzar en rojo da la vida y con los ojos cerrados se llega antes a ese otro lado adictivo, furtivo y agridulce. Porque las entrelineas guardan los secretos y ayudan a imaginar. Bienvenidos, pasen y lean...

30 junio 2007

DIFERENTE

Busco algo diferente a indiferencia...
Cansada...ya cansada...de ojos de alterne, copa fácil caducados antes de que un rato cuente cuatro letras...
Cansada...de bocas saturadas de cumplidos hechos vale en una esquina de McDonalds...
Algo diferente a indiferencia cuando muerda un labio, cuando los verbos dejen de ser tristes, cuando tenga ganas de renunciar a las ganas que te tengo...
Y me pinto las uñas de rojo para pensarme lo que toco, porque no quiero que gane el color carne cuando sólo estoy con nadie.
Y el tacto de la manta, el lápiz que se piensa ombligo de mi mano.
Joder!.. busco algo diferente a indiferencia, y no lo encuentro en monstruos de azulejo blanco y espejos de ver doble...
Y no lo encuentro en cafés descafeinados luchando cuerpo a cuerpo contra cuellos retorcidos de cerveza, ni en un sofá de ele minúscula y divorciada...
El tiempo se escapa arrastrando sus caderas agridulces...
Las horas merengadas resultaron ser publicidad engañosa...
Si me duermo despierto indiferente...
Si muero... ¿muere la indiferencia?

23 junio 2007

COLGANDO



El día del juicio final
cambiaron
el hábitat natural
de mi cuerpo
por una eternidad
matando el vértigo
en el pomo de tu puerta.
El día del juicio final
ambas decidimos
morir
colgando...

17 junio 2007

EL PESO DEL ARTE

Nunca me dejas pintar, porque prefieres pintarme.
Colocas estratégica y delicadamente cada pedazo de mi cuerpo en ese sillón rojo, en una armonía que roza sin querer con lo divino. Me colocas cada dedo, cada pierna, cada gesto, y cada vergüenza... Me colocas de manera que mi piel se funde y se pierde en los pliegues de la tela roja, que a pasado a ser uno de mis órganos vitales.
Te separas y me miras satisfecho con esa sonrisa entre pícara y malvada, diciendo que la ropa no está hecha para mí, que usarla es un pecado capital y que un día de estos iré al infierno…
Le pones la guinda a tu obra en forma de manzana equilibrista, en una curva en mi cadera, colocas una suicida indecisa y temblorosa a la que más tarde pegarás un bocado, porque te encanta el pecado…
Mis ojos y el blanco del lienzo se pelean a muerte por la posesión de tu mirada. Dos a uno. Tres a dos. Pierdo yo. La revancha…
El aire se emborracha de un olor intenso a óleo. Las cortinas se marean. Y los latidos en mi pecho crecen de forma exponencial, como los intentos de suicidio de la fruta, que se tambalea cada vez que recuerdo respirar.
El muro del caballete hace que parezcas un caballero andante y yo, al otro lado, una princesa exhibicionista.
Las pinceladas cortan el aire y la respiración, la digestión a trozos.

Mezclas colores ajenos, inventas texturas que tienen sabor propio, deslizas el pincel y la mirada cuesta abajo en mis rodillas…
Mezclas, pintas, respiro, la manzana tiembla, respiro, mezclas, el aire se condensa, pienso, piensas, miras, miro…
Se chocan ojos de la misma especie, con las mismas ganas... El pincel accidenta estrepitosamente con el suelo, dejando una mancha de su sangre aceitosa en el parqué. Y empieza el arte. Y la morena del lienzo me mira con odio porque he vuelto a ganar, porque has vuelto a dejarla a medias...
Castigas al sillón con el peso de tu cuerpo, con tus 27 puntos cardinales, que nunca me parecen demasiados...
Te despojas del pecado capital de la camisa y de todo lo demás. Das un empujón definitivo a la manzana indecisa que acaba saltando al vacío. Me sacas de la armonía preestablecida y me introduces en otra de la que no quiero salir, porque me vuelven loca tus cuadros en movimiento circular.

Me taladras el doble fondo de los ojos, haciéndome agujeros por los que se me escapa lo que pienso. Y tus dedos hacen turismo en mi pelo. Y gritas, y respiro, y grito y respiras y el sillón gime como rezando su última plegaria. Aunque sabe que no será la última vez que el peso del arte haga crujir su esqueleto de madera.

11 junio 2007

SILENCIO DE GÉNERO

Todo en silencio.
Calma.
Un flujo de brisa salía de sus labios rosados.
Él la miraba hipnotizado, odiando el ángulo perfecto que formaba el embozo de la sábana con su pecho.
-"¡Puta!", pensaba... "Las putas también duermen."-
Silencio.

Él la miraba fijamente y la sangre golpeaba en sus sienes como perros rabiosos. Borbotones de veneno le obstruían parte de la aorta y ese trozo de cerebro que nos hace medio humanos. Un puñado de sudor en cada mano.
-"Te gusta el morado puta, lo sé…"-
Silencio.
La brisa seguía saliendo de sus labios carnosos.
Se acercó con paso de lobo y respiración asfixiantemente entrecortada. Rompió de un zarpazo la armonía de su cama y el tirante fino de su hombro quedó desintegrado.
Grito.
Agudo, ahogado, inexistente.
Latidos.
Notó cada músculo caliente de su cuello en la palma de las manos, revolviéndose como gusanos.
Arañazos.
-"¡Zorra!"-.
Y sus ojos de princesa intentaron irse a vivir fuera. El morado corría usurpando sus labios... Las lágrimas muertas de pánico en la almohada.
Calma.
Ya no hay brisa.
Silencio...
Las cinco y cuarto.
-¿Vivir sin ti, puta?-.
Gatillo.
Todo en silencio.

02 junio 2007

08:30


Es entonces cuando la muerte súbita me arranca la piel de la nuca.
Se me cuela en la garganta trenzando tres cuerdas vocales corruptas y me hace añicos el cristal de la retina…
Bucea en mis pulmones encharcados…
Habla a gritos, rasgando trozos de tímpano desgastado, matándome el silencio y sumando la locura que restaba en la esquina de la lengua, en un rincón entre mis piernas…
Me oprime con los dientes las entrañas, masticándome la calma, girando a la derecha cuando llega a la cintura...
Pinta lazos con mi tubo digestivo, envenenado de paciencia...
Se encarama a las puntas de mis venas haciendo que toquen el suelo, que jueguen con ruletas de fuego en su boca taciturna, tan vacía de vida…
Y es entonces… cuando la muerte súbita me acompaña hasta la cama… y me susurra:
“Hasta mañana, yo sólo trabajo de día…”